Los primeros días suelen mezclarse emociones, recuerdos y muchas preguntas sin respuesta. Es normal no tener fuerzas para tomar decisiones, pero sí es importante marcar un pequeño orden: quién tendrá las llaves, qué trámites son urgentes y qué conversaciones es mejor dejar para más adelante, cuando todo esté un poco más calmado.

Problema típico: se empieza a hablar del piso o del dinero en caliente y aparecen tensiones que luego son difíciles de deshacer.

Error común: asumir lo que “había dicho” el familiar sin revisar la situación real de la herencia.

Cuando cada heredero tiene una versión distinta de lo que hay, la desconfianza crece. Por eso este paso va de poner luz: recopilar certificados, testamento, escrituras, cuentas y deudas para que todos vean la misma foto. No hace falta entenderlo todo al detalle, pero sí saber qué hay encima de la mesa y qué falta todavía por localizar.

Problema típico: un hermano “lleva todos los papeles” y el resto solo recibe fragmentos de información.

Error común: olvidarse de documentos clave como el certificado de últimas voluntades o las escrituras de la vivienda.

El impuesto asusta, pero en Madrid suele ser mucho más asumible de lo que la gente piensa cuando se aplica bien la normativa. Calcularlo con rigor te permite saber de qué cantidades estamos hablando, si necesitas liquidez extra y qué opciones tienes para pagar sin agobios ni recargos por retraso.

Problema típico: dar por hecho que “aquí casi no se paga” y dejar el tema para el final.

Error común: poner un valor muy bajo al piso para pagar menos hoy y encontrarse con una sorpresa en el IRPF cuando se venda.

Aquí se decide quién se queda qué y en qué porcentaje. No es solo una cuestión de “a partes iguales”, sino de buscar un reparto que tenga sentido con la situación de cada heredero, con los impuestos y con lo que queréis hacer después con el piso: vender, alquilar o que alguien lo use.

Problema típico: acordar un reparto rápido “para salir del paso” sin haber mirado números ni escenarios futuros.

Error común: firmar en notaría sin revisar antes con calma las alternativas posibles.

Cuando cada uno tiene una idea diferente sobre el piso o el dinero, las conversaciones se vuelven agotadoras. Un espacio de mediación con alguien neutral ayuda a bajar la tensión, poner números claros encima de la mesa y encontrar un punto medio que todos podáis aceptar sin rencores.

Problema típico: repetir la misma discusión una y otra vez, sin avanzar ni un milímetro.

Error común: no pedir ayuda hasta que la relación entre hermanos ya está muy dañada.

El piso puede convertirse en una carga o en una oportunidad, según cómo se gestione. Darle una pequeña puesta a punto, fijar un precio realista y seguir una estrategia de visitas y negociación marca la diferencia entre “quitárselo de encima” y venderlo bien, con todos los herederos informados y tranquilos.

Problema típico: dejar el piso cerrado meses por pereza o tristeza, mientras se generan gastos y pierde atractivo.

Error común: aceptar la primera oferta por cansancio, sin comparar ni ver el potencial real de la venta.